Introducción
Observar bien el entorno. La historia se repite con frecuencia: se abandonan los viñedos y el pinar comienza a extenderse rápidamente en estas vertientes secas y soleadas orientadas a mediodía. De la carrasca de coscoja todavía se pueden ver algunas extensiones. A la vez, los pinos, que germinaron y arraigaron rápidamente, van creciendo y, con los años, comienzan a formar extensas sombras, dificultando a su vez el crecimiento de nuevos pinos, pues estos primeros requieren mucha luz para crecer. Entonces, empiezan a brotar tímidamente algunas encinas que, en unos años, se harán amas y señoras del bosque, convirtiéndose a la larga en un encinar. Sin embargo, a menudo alguna nueva incidencia, normalmente un incendio o una tala, hace que el ciclo vuelva a empezar.