Introducción
Vamos caminando acompañados por el robledal y en el lado izquierdo del camino podemos observar como los robles están invadidos por la hiedra. Contrariamente a lo que se cree, la hiedra no es un parásito, ya que las raíces fijadoras no penetran dentro de los tejidos vivos del árbol al que se agarran. Según la sabiduría popular, las hiedras pueden llegar a ahogar los árboles sobre los que viven, pero no para que sean un parásito, sino más bien para que los suponen una competencia para conseguir luz, agua y nutrientes.
Las hiedras son lianas que se agarran fuertemente a los troncos, rocas o muros donde crecen. Si nos fijamos, podremos ver que tienen dos tipos diferenciados de hojas: las de las ramas estériles en la parte enredadera y pegada al tronco, de forma palmada y con lóbulos, y las de los brotes fértiles, que son erectos y que pueden tener desde una forma ovada a una de romboidal. En este segundo tipo de hoja se puede percibir la floración.