Camino al castillo de Roset

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Hacia las solanas calcáreas de Picamill

Salimos del parque de los Gronxadors, que encontraremos en la entrada del pueblo si venimos de Berga, para subir a continuación pueblo arriba, pasando entre la capilla de Fátima y Can Ribes, el actual ayuntamiento. Una vez en la plaza de la iglesia, punto desde el que es posible disfrutar de unas maravillosas vistas, seguiremos caminando hacia el cementerio, dejando a nuestra izquierda la mejor vista de la casa de la Ferrera y, a nuestra derecha, una masía elevada, la del Cap de la Vinya que, por su nombre y los bancales de al lado, recuerda a los antiguos cultivos. Continuaremos subiendo hasta el collado del Roset, donde encontraremos dos cruces. Este primer tramo pasa por un pinar de albares jóvenes con algún arce blanco.

A partir de este punto, se alternarán subidas con rellanos. Pasaremos por encima de Can Roset, por un bosque abancalado donde rebrotan antiguas encinas, hasta llegar a un depósito y su fuente. En 'este punto comienza un bonito camino: el Camí de l'Aigua que, con una pendiente suave, a veces elevado sobre muros de piedra seca y otras veces trazado en tramos de roca en el sector de los Roquets (estos tramos son conocidos con el nombre del Mal Pas, aunque realmente no hay ninguna dificultad), nos conducirá a la fuente del Arç.

En esta parte del itinerario nos encontraremos con encinares continentales que contrastan con el resto de la vegetación, dominada por el pinar de albar con boj y con arces, espectaculares notas de color otoñales que se hacen presentes en los rincones umbríos. Además, podremos sacar la cabeza en algún mirador natural, donde veremos el barranco de la Masó, los campos, la masía y los riscos cercanos de Tastanós y la Gotzera. Tras las últimas subidas, llegaremos al collado de la Casa del Castell. Vale la pena acercarse hasta los cerezos y los escombros de la casa. Este collado, antiguamente cultivado, ahora se está invadiendo de pinos.

Dejaremos el camino para acercarnos al castillo de Roset, al que llegaremos pasando por un bonito camino, empinado y empedrado, que atraviesa un portillo abierto en la roca. Nos sorprenderán las primeras vistas y las ruinas del castillo debajo mismo y, si seguimos y llegamos a otro portillo que abre paso al balcón, nos encontraremos con las vistas excepcionales del valle de la Masó, la de Mergançol y la sierra de Picancel, los entorno de Vilada y, si nos giramos, los Serrats de Tastanós. Este es un buen lugar para disfrutar del paisaje y de los pájaros de ambiente de roca, como los halcones o el búho, aunque será más fácil ver el avión roquero, una golondrina morena que vive en colonias de cría, en estos riscos.

Después de esta gratificante parada, bajaremos alternando pista y senderos, cruzando unos fáciles grados de roca conglomerada con bonitas vistas en dirección a Borredà, hasta enlazar con el GR 241. Por pista, llegaremos hasta el bonito rincón de los campos y el Mas de Viladomat y, posteriormente, pasaremos por detrás del Mas de la Coromina por un sendero que evita la pista de la casa. A continuación, cruzaremos el bache de las Falgueres, donde la escasa fuente sulfurosa del Mas nos alertará de su presencia con una ligera hedor. Finalmente, llegaremos al pueblo entrando por los huertos del barrio de la iglesia y por detrás de la casa de la Ferrera.

Agradecemos la colaboración de Pere Torner, vecino y conocedor del municipio. Además, para ampliar información, podéis consultar la guía Vilada y la seva rodalia, de Ernest Costa y Joan Tort.