Introducción
Los ambientes acuáticos siempre son ricos en fauna. Su alta productividad vegetal hace que la fauna halle lugar de refugio, alimento, protección y cría. Si nos acercamos con cuidado, pasando desapercibidos, hacia las últimas o primeras horas del día, seguro que algún animal nos sorprenderá.
Artrópodos como las bonitas libélulas (también llamadas "espiadimonis" espiademonios, en catalán) que tienen su fase larvaria en el agua y vuelan arriba y abajo hasta pararse sobre las hojas de alguna planta cerca de la orilla; anfibios como la rana roja, el sapo común o la hermosa salamandra negra y amarilla en los rincones húmedos; mamíferos como el zorro, el tejón o el visón americano cazando algún cangrejo de río o rana; pero el grupo más numeroso es el de las aves.
Iremos haciendo paradas en diferentes lugares, no demasiado expuestos a la vista y esperaremos hasta ver alguno. Mirad en el cauce del río, en los árboles, en los campos y veréis que no en todas partes se hallan los mismos.
Aquí donde nos encontramos, los más favorables serán aquellos de medios acuáticos o bosques de ribera como son: los herrerillos (el azul, el carbonero o el escaso carbonero palustre) girando por los árboles; el mirlo acuático dentro del río, buscando alimento por debajo de las piedras; por los campos y árboles de los alrededores, veremos verderones, jilgueros, gorriones, pinzones y lúganos, estos últimos sobre algún aliso comiendo las semillas de sus piñitas; el pequeño chochín y el negro mirlo por la hojarasca del sotobosque del robledal; el ánade real nadando por el agua y la gran garza real de largas patas parada dentro de las aguas someras, observando para encontrar el momento adecuado para lanzar su pico y poder pescar algún pez, en contraste con la movediza lavandera blanca, que camina buscando insectos sobre las piedras de la orilla (foto).