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Introducción
Hace 50.000 años, grupos de neandertales hacían regularmente una parada en su camino en uno de los pasos naturales entre los primeros contrafuertes de los Pirineos y la llanura del Segrià, el riscal de la Cascalda.
La rica biodiversidad del lugar lo hacían especialmente atractivo para estos antiguos habitantes, y las particularidades geológicas del terreno han conservado su huella hasta nuestros días.
Los restos arqueológicos encontrados son básicamente herramientas de piedra, huesos de animales consumidos y trazas de hogueras, que son el testimonio de la vida nómada de este grupo de neandertales.
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