Introducción
Es innegable el importante valor histórico y biológico de los muros de piedra seca. Testimonian un pasado agrícola reciente y un aprovechamiento máximo del terreno, vigente hasta mediados de siglo XX en gran parte de nuestro territorio. Estas construcciones permiten frenar la escorrentía del agua de la lluvia, así como retener la humedad y prevenir la erosión del terreno.
Además, estos muros de piedra seca también son importantes para el ecosistema, dado los seres vivos que crecen en estos. Los más característicos de estos muros de piedra seca son los líquenes, los musgos y los helechos. También destaca la presencia de una gran variedad de insectos, que eran de gran importancia para el control de plagas y la polinización de los cultivos. Por otra parte, gracias al calor que retiene la piedra seca, estos muros resultan muy útiles para muchos reptiles, como el lagarto común y la lagartija. También se pueden encontrar mamíferos, como por ejemplo, el ratón común y la musaraña.
Más adelante, en el margen izquierdo del camino, encontraréis la construcción de una cabaña de piedra seca aprovechando un agujero en la roca. Las cabañas servían como cubierto de utensilios y lugar de descanso. También las utilizaban los agricultores cuando tenían que protegerse de las tormentas, ya que a menudo las fincas estaban lejos del núcleo urbano.