
Introducción
En Montbui, los efectos de la guerra se hicieron evidentes hasta el último momento, con más de 200 hombres y jóvenes locales obligados a trabajar en las obras de fortificación. El Fort del Pi, inicialmente una simple torre de vigilancia, tuvo una segunda vida como la torre número 9 de la línea de telegrafía óptica Barcelona-Madrid entre 1840 y 1862, un sistema que permitía la comunicación rápida entre ambas ciudades clave para la coordinación militar y la seguridad nacional.
Sin embargo, el fuerte ganó relevancia militar durante la guerra de los matiners, una revuelta carlista exclusivamente catalana, y también posteriormente durante la tercera guerra carlista, que se desencadenó en 1872 y duró hasta 1876.
En julio de 1873, los carlistas asaltaron Igualada y el Fort del Pi se convirtió en el último refugio para algunos defensores de la ciudad. La construcción de fortificaciones como el Fort de Sant Magí (en Òdena) y el Fort del Pi fue una respuesta a la necesidad de asegurar las principales entradas a la villa de Igualada. En este contexto, la torre del Pi fue equipada con artillería y una pequeña tropa voluntaria, formando parte de una línea de defensa estratégica.