Introducción
En este punto, antes de continuar hacia el camino que sale a la izquierda, podéis adentraros en una ida y vuelta a visitar el retamar.
Aunque la retama no es originaria de esta banda del Mediterráneo, se ha acabado naturalizando en prados secos, brozas y maquias poco desarrolladas, lugares más bien secos y con vegetación baja, ya que es una especie muy heliófila, es decir, necesita una exposición al sol intensa. Podemos ver claramente cómo estas condiciones aquí han sido claramente favorecidas des del momento en que se talaron las franjas longitudinales para hacer pasar las líneas de transporte eléctrico. Florece normalmente entre los meses de abril y julio, ofreciendo un estallido de color muy llamativo, precisamente cuando más fácil es reconocerlas. ¡Todo un espectáculo! Un dato: si pincha, ¡no es retama sino aulaga!