Introducción
El bosque de pino carrasco irá apareciendo a lo largo de toda la salida. Cerca de aquí, los árboles son más grandes y, según nos adentramos en el parque, más jóvenes.
El abandono de la vid propició la plantación del monte de pinos actual que se ha ido esparciendo por todas partes. Los incendios reiterados en los 80 y las duras condiciones de vida hacen que solo encontremos recortes de pinos muy pequeños (de crecimiento lento), resultado de la dispersión de las piñas por el fuego y de las siembras aéreas.
Su densidad es muy elevada. Hace falta una gestión forestal para aclarar y favorecer así el crecimiento de árboles adultos bien formados. Se debería pasar de los 6 pinos/m2 actuales a 1 pino/10 m2 más la posterior selección de árboles maduros.
Solo así aseguramos un bosque bien formado y sin tanta capacidad de propagación de posibles nuevos incendios. Este bosque crecerá en hondonadas y bancales abandonados donde el suelo es más profundo, allí donde antes que nada, hubo el encinar litoral, del que sólo queda algún ejemplar.
Un poco más adelante encontramos una bonita masa de lentisco o mata (Pistacia lentiscus). Cuando el sotobosque es aún menos evolucionado, lo que encontramos es esta gramínea grande de hojas cortantes, similar a la coratedra o pampa ornamental: el carrizo (Ampelodesmus mauritainca).