Introducción
En las partes bajas de los valles se acumula el suelo, es más profundo y además, con suerte, podemos encontrar agua. El agua rápidamente se infiltra entre las rocas y pasa al subsuelo. En este caso se puede acceder por un pozo.
No es de extrañar, pues, haber visto rastros de bancales de cultivo mientras bajábamos al torrente. Más adelante veremos alguna otra y un poco más arriba, a la izquierda, está el corral de la Tronera y alguna barraca en ruinas.
Fíjaos cómo en las laderas derechas, solanas y pedregosas como las de la Guàrdia que tenemos encima, dominan los matorrales de romero con carrascas y palmitos. Por el contrario, aquí en el fondo, además de rebrotes de encinas, encontramos serbales, cornejos, algún durillo y boj.
Los pinos han sido los primeros, después de los carrizos, en recuperar estos bancales de la parte baja de los valles con mejor suelo. Como en la llanura de Begues, también hace acto de presencia algún pino piñonero. Los pinos pequeños (que no jóvenes) son resultado de la dispersión de piñas en los incendios de hace 25 años, y su lento crecimiento es causado por la dureza del terreno. Es aquí donde encontraremos señales de los mamíferos del macizo: jabalíes y ardillas; y de aves forestales, como herrerillos y torcaces.