Introducción
Horno de la Manera o de En Ragué.
Las paredes interiores se enfoscaban o forraban de piedra, tapando juntas para evitar pérdida de calor. Por la puerta se entraba la piedra, proveniente de una cantera cercana. Se iba apilando por los laterales y subiendo, dando una vuelta de cierre. El espacio central vacío, junto con la olla (base del horno), servía para llenar de combustible. Se rellenaba después accediendo por la parte superior con piedras pequeñas hasta la altura de la bóveda. Al llegar al borde superior, que también era hecho de piedra, se seguía haciendo el pajar con piedras de nuevo pequeñas. Todo el pajar se cubría de guijarros pequeños y de una capa de barro con un espacio vacío en medio para respirar.
El fuego no podía detenerse y tardaba de 8 a 12 días llegando a 800-1000ºC. En los hornos muy usados o donde las temperaturas eran muy altas, se ve en las paredes el vidriado de la roca fundida. Se dejaba enfriar un par de días. Se derribaba la puerta que se había tapado y se limpiaba todo el interior de cenizas. Con una barrena se practicaban agujeros en la bóveda para que fuera cayendo poco a poco. Se extraían unas 50 toneladas de terrones o cal viva, que al mezclarse con agua tenía diferentes usos. Para encalado de paredes, desinfección de pozos, cisternas y corrales, y mezclado con arena se hacía mortero de cal para juntar piedras o revocar fachadas. El trabajo se hacía en turnos por parejas de caleros.