Introducción
Como las hayas, estos árboles son más propios de la montaña media lluviosa. Aquí, la pluviometría vuelta los 880 l/m2, las nieblas son frecuentes y el suelo es profundo, aguanta la humedad y es rico en nutrientes. Estas condiciones han generado este refugio extremo ideal para los robles.
El roble que más encontraremos es el roble albar: hoja con lóbulos grandes, el reverso sin pelos y las bellotas casi pegadas a la ramita. De vez en cuando, encontramos también algún roble africano (poco abundante en Cataluña): tiene la hoja con el margen más aserrado, con vello detrás y con unas bellotas con un poco de pedúnculo.
Este bosque es refugio de vida. Son muchísimos los organismos que dependen de estos árboles. Desde los hongos que descomponen la hojarasca, hasta los insectos que ponen sus huevos en las hojas verdes, o los roedores, como el lirón gris, que se come las bellotas y hace el nido dentro de los agujeros de algún tronco viejo.