Introducción
Bajando por en medio de la canal del Llor, lugar hundido a menudo entre grandes paredes de conglomerado, podemos ir observando hermosas plantitas a las que les gusta este ambiente sombrío y fresco, como el culantrillo mayor o helecho de risco, el culantrillo menudo y el polipodio, todas ellas helechos muy corrientes en estos ambientes. De la que creemos que es interesante hablar, sin embargo, es la oreja de oso, una pequeña planta de hojas peludas (de ahí el nombre) que hace unas vistosas flores de color azul morado, a menudo formando extensas alfombras sobre las rocas. Podéis contemplarla y fotografiarla pero está sumamente protegida y no se puede arrancar ¡bajo ningún concepto! Se trata de una planta reliquia de la época del mioceno, hace entre 5 y 25 millones de años, cuando todos estos bosques eran una selva subtropical con temperaturas más templadas y bastante lluvia, con una vegetación muy parecida a la que actualmente encontraríamos en las Canarias. Al final de la era terciaria, hace entre 2 y 5 millones de años, las lluvias se hicieron más escasas y las temperaturas cambiaron a la baja, por lo que la vegetación subtropical fue desapareciendo. Más allá, de aquella época queda la oreja de oso, que ha sobrevivido resguardándose en las rocas encaradas hacia el norte de estas encajadas y húmedas canales.