Introducción
Justo en este punto podemos observar algún nido de golondrina, sobre todo bajo los aleros de tejados y rincones, siempre al abrigo de la lluvia.
Los nidos de golondrina son hechos de barro, construidos pacientemente durante varios días a base de bolitas fangosas religadas con briznas de hierba, siempre que tengan un lugar cerca para poder proveerse de la materia principal. Suelen ser esféricos, totalmente cerrados, con una apertura de pocos centímetros en la parte superior, únicos respecto a los de ninguna otra especie. Los de la golondrina común (foto) y el avión roquero son más abiertos de arriba, mientras que el de la golondrina dáurica tiene un alargado canal de entrada. Son aprovechados año tras año, cuando vuelven en primavera, hasta que las condiciones cambian y vuelven a buscar un nuevo emplazamiento. Antes de terminar el verano, ya marchan hacia el continente africano hasta el próximo año.
Las golondrinas mantienen a raya la proliferación de mosquitos y otros insectos, de los que se alimentan profusamente. Es una especie protegida principalmente, pues, por su capacidad reguladora de plagas.
Antiguamente se creía que tener nidos de golondrinas en casa era una señal de buena suerte y prosperidad y eran muy respetadas. Actualmente mucha gente insensible destruye los nidos para que no ensucien. Las proliferación de poblaciones de golondrina son un buen indicador de la sensibilidad ambiental de las personas de los pueblos y ciudades donde construye los nidos y de cierta calidad del aire.