Introducción
Subimos al collado de la Sierra. Seguimos recto por este joven bosque de albar o silvestre (Pinus silivestris), nombre dado a este tipo de pino por el color rojizo de sus cortezas más jóvenes. Es un pino muy sensible a la oruga procesionaria, plaga especialmente fuerte entre los años 2015 y 2016, debido a un invierno suave y con pocas lluvias. Este tipo de bosque predomina en esta montaña, en umbrías y solanas, en suelos calcáreos y también silíceos.
Los pinos albares principalmente son utilizados por la calidad de su madera; es por ello que, para mantener un buen tronco, se cortan las ramas, de las que, antiguamente, se hacían fajinas para los hornos y los hogares o también para alimentar las cabras. Además, los brotes jóvenes tienen propiedades balsámicas.
En función de la orientación y la humedad, los pinos albares se alternan con hiedras y caducifolios, como los robles, los arces y los arces blancos de bonitos colores otoñales. En las solanas, en cambio, estos pinos se combinan con la encina, que puede llegar a ser dominante. Así pues, los pinos albares nos acompañarán en este camino, junto con las diferentes variantes descritas.