Introducción
Esta zona también es llamada la Selva. Tiempo atrás, la densidad de caducifolios era tan elevada que siempre estaba oscuro, la luz del Sol no entraba y, por este motivo, hacía mucho frío.
Las ventadas de 2014 tumbaron muchos árboles (ya lo iréis viendo en el transcurso del camino). Los troncos muertos juegan un papel muy importante en este ecosistema. La madera se va descomponiendo por los hongos especializados y algunos hacen fructificaciones: los conocidos yesqueros, en este caso el yesquero de varios colores (foto). Esta seta no es comestible pero como es muy bonita, se seca y se conserva durante mucho tiempo con fines ornamentales. Estos troncos muertos también sirven para que los escarabajos pongan huevos y para que las larvas se coman la madera. Además, a los picapostes les encantan estas larvas y bajan a barrenar el tronco hasta encontrar estas larvas. Cuando encuentran una, la estiran hacia fuera pegándosela con la larga lengua. También veréis troncos completamente deshechos en su superficie debido a la acción de los jabalíes que, del mismo modo que buscan gusanos en el suelo, también buscan larvas.
Prestad atención porque este es uno de los rincones de vegetación caducifolia interesante: veréis tilos, acebo, un tejo, alguna haya, mostellares, arces blancos y, evidentemente, avellanos. Los colores del otoño y el lecho de hojarasca en invierno convierten este lugar en un camino encantador.