Introducción
Entre los siglos XVI y XIX Europa sufrió un periodo climático más frío de lo normal (llamada la pequeña era glaciar), que ocasionó que las temperaturas medias bajaran. Las heladas fuertes y frecuentes permitieron desarrollar el comercio del hielo. El hielo se formaba acumulando agua en balsas poco profundas, y se cortaba en forma de barras (los panes) para ser transportado y almacenado dentro los pozos de hielo. Una vez en el pozo, el hielo se conservaba sin problemas gracias a la disposición de capas aislantes formadas con ramaje arbustiva (el cascabillo), que forraba el interior y que favorecía el aislamiento y conservación, incluso en los meses más cálidos.