De Gualta al Puig de Font Pasquala

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El ascenso hasta la pequeña cima

Nos encontramos en el municipio de Gualta, en la comarca del Bajo Ampurdán. Empezaremos la ruta en la explanada donde dejamos el coche; justo a la entrada del pueblo.

Iniciaremos la travesía por las calles de este pequeño pueblo de poco más de 390 habitantes. Las calles nos absorberán a nosotros, del mismo modo que absorberán la cobertura de nuestro GPS. Os recomendamos, pues, que echéis un vistazo al recorrido que vamos a hacer antes de iniciarlo. Así tendréis una idea de hacia dónde nos dirigiremos.

Haremos una primera parada en el molino conocido como Molí de Gualta, una infraestructura hidráulica cuyo origen se remonta a la época medieval y que desde entonces se utiliza para regar los campos de la riba derecha del Ter. Ya veremos que el molino acumula muchos años de historia.

Cuando hayamos dejado atrás los callejones, empezaremos el ascenso por una carretera. Llegados a un punto determinado, la pista debidamente señalizada nos dará la bienvenida al bosque e iniciaremos el ascenso al monte Puig de la Font Pasquala. Aun no siendo un trayecto muy largo, tendremos la oportunidad de hacer de naturalistas. Si lo recorremos en primavera, en este tramo del trayecto podremos apreciar diversas especies de orquídeas, cada una más bonita y encantadora que la anterior. Si continuamos el ascenso veremos campos de olivos abandonados, y podremos ver la diferencia con su vecino: un campo de olivos tradicional.

Alcanzada la cima del Puig de la Font Pasquala, nuestro cuerpo nos pedirá a gritos que nos detengamos para admirar, fotografiar, dibujar o recuperar fuerzas ante la inmensa panorámica de la llanura ampurdanesa, el Montgrí, las Islas Medas e incluso las montañas de Begur.

Desde este punto iniciaremos el descenso en un recorrido a lo largo del cual veremos matojos de jaguarzo negro, con su fragancia característica. Conoceremos, además, el origen geológico de esta formación montañosa.

Al ser una ruta circular, acabaremos en el mismo punto donde empezamos, y solo nos quedará apagar el GPS y recuperar fuerzas recordando cuanto hemos observado durante la ruta.