Introducción
La encina (Quercus ilex) es un árbol de hoja perenne. Resulta inconfundible por sus hojas dentadas que presentan pelos en el reverso, es decir en la parte de abajo, a diferencia de la coscoja (Quercus coccifera) que hoy no veremos ya que es una especie de ambientes más cálidos y secos. Como todas las especies de su género (corcho, roble, coscoja, etc.), su fruto es una bellota.
En zonas de una cierta altitud, como el lugar donde nos encontramos, las encinas forman unos bosques llamados encinares de montaña. La encina es un árbol que hace mucha sombra y muy pocas especies pueden vivir debajo, por lo tanto el sotobosque que vemos es bastante pobre. El encinar mediterráneo, más propio de zonas cercanas al litoral, es en cambio un bosque tupido donde encontramos muchas especies de lianas.
Pese a no ser un bosque muy diverso, el encinar donde nos encontramos es un hábitat genial para pájaros como el petirrojo, el mirlo o el gavilán, para anfibios como el sapo común o la salamandra, y por mamíferos como el tejón, el erizo o el ratón de campo.
Estos bosques no sólo son interesantes para las especies que podemos encontrar. Su aprovechamiento ha sido muy importante históricamente ya que antes su leña era muy utilizada para la práctica del carboneo y muchos de los encinares que encontramos hoy en día son rebrotes de los árboles que antiguamente se explotaban para hacer carbón.