Introducción
Como podéis ver, allí donde el camino se acerca al torrente, la humedad aumenta y aparece el avellano (foto); arbusto que rebrota desde la cepa con troncos rectos que sirven para hacer bastones (tierno o remojado, se debe ligar a un pilar y dejarlo unos meses). Hojas en forma de corazón y ásperas al tacto. A finales de octubre, cuando las avellanas son maduras, caen al suelo y se recogen. También las puede cosechar del árbol cuando el dedal que la rodea es bien marrón.
Las hojas en infusión se utilizaban para bajar la fiebre. Sus cualidades son depurativas y vasoconstrictoras y suelen ser utilizadas como tónico del sistema circulatorio además de ser aplicadas en compresas para ayudar a cicatrizar heridas.
Sobre los avellanos encontramos el bosque de robles con grupos de álamos temblones. El boj, siempre verde, sigue siendo el arbusto dominante. Las hojas y frutos son tóxicos. La madera de la cepa, muy resistente y fuerte, se utilizaba para fabricar utensilios de cocina (cuencos, tazas, cucharas, etc.) o pipas de fumar.
Por el camino encontraréis charcos de jabalí, donde van a hacer baños de barro para desparasitarse. El bosque está lleno de avellanas, bellotas y hayucos por lo que en otoño constituye un gran reservorio de comida tanto para los jabalíes como para muchos otros animales y pájaros de bosque.
En los márgenes del camino salen las fresas, la hepática, los polipodios y las hiedras.