Introducción
Caminos como este nos hacen pensar en tiempos pasados, cuando se transitaba entre pueblos y de pueblos a masías. Los caminos eran acompañados de muros de piedra para evitar que el ganado entrara dentro de los campos cercanos.
La calidez del terreno se hace evidente por la vegetación. Domina el encinar y los bonitos arces de Montpellier, que en otoño ponen notas de color con el tono rojo de sus pequeñas hojas trilobuladas. También robles, pero en este caso aparece el quejigo, más adaptado a las altas temperaturas de estas orientaciones solana.
Ah, fijaos en los troncos de las encinas. ¿Verdad que tienen más de uno?
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