Introducción
Estamos delante de una capilla románica dedicada al patrón de los curtidores situada en un mirador privilegiado de la cuenca de Tremp.
La leyenda popular dice que un día, y en circunstancias inverosímiles, apareció una imagen de San Bartolomé en una zona boscosa del término. La indiscreción de una lengua larga hizo que la noticia llegara a Tremp, y los vecinos aconsejaron que lo mejor era trasladar la imagen al municipio, cerca de la Virgen de Vall de Flor. Los aldeanos prepararon un par de bueyes y un carrito para trasladar la imagen siguiendo un sendero escondido. Pasada la cabaña del Vila los animales, de repente, se encontraron muy cansados y ya no quisieron continuar. Clavaron los cuernos en el suelo y se quedaron quietos. La sabiduría popular quiso entender esta conducta como una señal y levantaron la capilla de Sant Bartomeu en ese preciso lugar.
Se comenta que las tejas se desmontaron de la capilla antes de la guerra para trasladarlas al edificio del pueblo que debía ser la tahona y que hoy es el local de la farmacia. También se dice que se retiró la imagen del santo. Más allá, esta volvió a aparecer en los años 60 en un pequeño altar de la iglesia de Santa Maria.
Extraído de "Vilamitjana memoria, de José León Colomina".