Tona

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Al abrigo de las colinas de la llanura ausetana

La villa de Tona ha sido tradicionalmente agrícola y ganadera. Sin embargo, durante la primera mitad del siglo pasado, el descubrimiento de la presencia de aguas sulfurosas en el subsuelo provocó que se convirtiera en una población residencial y de veraneo en balnearios. Sin embargo, el cambio de hábitos del turismo y el avance de la medicina provocaron la decadencia de esta actividad.

El territorio llano está formado por terrenos margosos blandos, de la época terciaria eocénica. La erosión del término ha supuesto un característico paisaje, donde se destacan las clásicas colinas de la llanura ausetana. Colinas de color gris azulado, testimonio de la altura anterior del terreno. Lo son el de L'Aguilar, la loma de la Creu, la loma de Puigbonic, la del Castell o la de Mont-rodon. La mayor parte de los cerros, incluidos en el Espacio de Interés Natural de las Colinas de la llanura Ausetana, pertenecen al término de Tona.

Esta parte llana se divide en dos sectores. El sector más llano del término tiene una altura que oscila entre los 550 y los 660 m. Un poco más alto, el sector de la Barroca, un llano de campos y bosques de robles y pinos, se halla entre los 640 y los 740 m. En este segundo sector destacan cerros como el de Sant Valentí.

La cordillera de Ponent, subiendo hacia Collsuspina y Muntanyola, muestra otro tipo de formación geológica y estructural: una primera capa fértil sobre la que se asientan los bosques y amplias zonas de pasto por debajo de la cual aparece una importante bolsa de rocas calcáreas terciarias que fueron una excelente materia prima para las yeseras que se empezaron a explotar en el pueblo en 1870.

La vegetación potencial que se encontraría en las tierras de Tona sería un bosque de roble pubescente (Buxo Quercetum pubescentis) hibridado con el quejigo, que habría resultado en un tercero, el roble cerrioide. En el sotobosque de los robledales se hace el boj (Buxus sempervirens). Son características comunidades secundarias como las carrascas, las brozas calcícolas y los juncales, así como también pinares secundarios (favorecidos por el hombre) de pino albar y pino carrasco, y el encinar de montaña. La parte alta del término tiene sectores de pastos y eriales y, en algunos lugares, todavía se detectan los bancales de antiguos cultivos de vid, explotados durante más de un siglo. Los bosques, sin embargo, son más notables en el sector de la Barroca.

El término de Tona tiene una serie de masías que se consideran entre las más típicas de la llanura de Vic. Hay muchas que tienen una historia remotísima, como Vilageliu, conocida desde el 948. Entre las más características por su estructura hay algunas masías del s. XVI, con portales adintelados y dinteles trabajados.

Además del valor paisajístico y patrimonial de las muchas masías diseminadas por el término, vale la pena destacar iglesias como la ermita de Lourdes. Mezcla de los estilos románico y gótico, es una de las joyas artísticas y espirituales más valiosas de Tona. Desde principios del siglo pasado se convirtió en santuario mariano muy vinculado sentimental y también folclóricamente a la población, y desde hace más de 50 años se celebra un encuentro la Segunda Pascua. También está la iglesia de Sant Andreu del Castell, sobre el cerro con el mismo nombre o la ermita de Vilageliu, adecuada para visitar haciendo una caminata.