Gavarres

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Entre las llanuras interiores y la Costa Brava

Les Gavarres es un macizo montañoso extendido por gran parte o parte de los términos municipales de Calonge, Castell d’Aro, Corçà, Cruïlles, Forallac, la Bisbal, Mont-ras, Palafrugell, Palamós, Santa Cristina d’Aro, Torrent y Vall-llobrega en el Baix Empordà, y Cassà de la Selva, Celrà, Girona, Juià, Llagostera, Llambilles, Madremanya, Quart y Sant Martí Vell en el Gironès. El macizo forma parte, conjuntamente con el de Begur, del extremo norte de la cordillera litoral catalana, formando un gran arco que va desde la parte de Begur, la Vall d’Aro y el litoral de Palamós, hasta la parte más septentrional, en el desfiladero del Ter antes de llegar a Celrà, limitado por la planas de la Selva y el Gironès, al oeste, y la del Empordanet, hacia el este.

La población dentro de los límites del espacio natural se concentra en los principales núcleos de población que lo rodean, algunos con un peso demográfico considerable, aunque el macizo estricto fue quedando despoblado ya a partir del siglo XX, cuando se van abandonando las tareas forestales y muchos de los antiguos caseríos que las poblaban. Actualmente, algunas de estas casas hacen la función de segunda residencia o acogen algún equipamiento turístico.

El medio físico y el paisaje vienen determinados por una extensa capa forestal profusamente surcada por torrentes y cursos de agua de importancia variable. El encinar, el bosque originario, convive con los alcornoques, los pinares y, en menor medida, el roble, aunque la presión antrópica lo ha hecho disminuir o degradar relativamente, favoreciendo los alcornoques y las repoblaciones de pinos. Algunas extensiones del primitivo encinar mediterráneo son hoy matorrales arbolados o malezas de rebrote, aunque el abandono de la explotación forestal más intensa a gran parte del macizo también ha hecho que haya una lenta recuperación de los bosques de encinas. En las partes más sombrías y en algunos rincones de los cursos de agua más regulares, encontramos también bosquetes de ribera, como las alisedas, que sería el más representativo, con olmos, fresnos y sauces, aunque algunas han sido afectadas por la invasión de especies alóctonas como las acacias y la plantación de chopos y plátanos.

El espacio viene marcado por una antigua economía tradicional dedicada sobre todo al aprovechamiento forestal y una agricultura familiar de pequeñas viñas y cultivos, que ha quedado prácticamente en desuso. En algunos casos, todavía existe la extracción del corcho, aunque su peso socioeconómico ha disminuido mucho. Actualmente, las Gavarres son vistas como un gran espacio natural más mayoritariamente aprovechado como zona de ocio, aunque desde el Consorci de les Gavarres se trabaja para que los usos turísticos y de recreación puedan ser compatibles con el retorno de actividades más productivas .

El principal legado patrimonial y valores paisajísticos de la zona se centran sobre todo, más allá de sus valores naturales, en el inmenso patrimonio etnológico que se ha podido conservar y restaurar, declarada Zona de Interés Etnológico. Entre el conjunto de elementos conservados, podemos encontrar molinos, pozos de hielo, minas, una azulejería, una fuente de agua picante antiguamente comercializada y todo un sistema hidráulico, el de Can Vilallonga.

Los eventos festivos y culturales del espacio ocurren sobre todo en cada uno de los principales núcleos urbanos más cercanos, destacando, más allá de las fiestas mayores, la procesión marinera del Carme de Palamós; la Fira de la Ceràmica de Quart; la romería al santuario de los Àngels, epicentro de la Gavarres, desde Sant Martí Vell y otros pueblos de la zona; las ferias de Santa Tecla y del Tap, en Cassà de la Selva; el pesebre viviente y la Festa de Pasqüetes de Castell d'Aro; la Festa del Bernat Banyut, en Celrà; el Festival La Nit del Gat Bornaix, en el monasterio de Sant Miquel de Cruïlles; la Festa Major de la Bisbal; la Fira del Batre, en Llagostera; las Festes de Primavera de Palafrugell, entre muchos otros.