Paseo hasta el pozo de hielo

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Paisajes de la Alta Anoia.

Es un itinerario corto y fácil, circular, que proponemos empezar desde el pueblo de Argençola. En un momento u otro, antes de iros, os recomendamos que subáis arriba al castillo y a la plaza de la iglesia de Sant Llorenç, privilegiada atalaya de la Alta Anoia.

El itinerario de ida y vuelta es cumbrero y, por tanto, con amplias vistas que van desde la Cordillera Prelitoral hasta los Pirineos. Del mismo modo, se ven los pueblos de alrededor que, como Argençola, coronan los cerros cercanos, encaramados bajo la protección del castillo.

Viviremos de cerca el paisaje agrícola de esta parte de la comarca, donde su relieve ondulado le obliga a una alternancia con el bosque formando un atractivo mosaico agroforestal. Así, pues, los campos de cultivo de secano menudo abancalados con altos márgenes dibujan bonitas formas entre las manchas de bosque de las partes menos favorables.

Iremos viendo masías, muchas también arriba, en las cumbreras, que nos recuerdan quién es el responsable del mantenimiento de este paisaje. Algunas, abandonadas; otras, en activo con nuevas propuestas para revitalizar el turismo de proximidad en la comarca.

Pasado Cal Rabasser y con vistas a Cal Jepet y Can Serrats, al otro lado del valle, bajamos hasta el cauce del torrente de Els Verdaguers, entre campos de cebada y recortes de un pinar en la solana con aromáticas que nos acompañan por el camino.

Entrar en el cauce del torrente, bajo álamos y arces, nos hace sentir la frescura de estas hondonadas y darnos cuenta del cambio de vegetación entre las solanas y las umbrías. Es por este motivo que a continuación toparemos con el pozo de hielo. Antiguos reservorios y dispensadores de frío siglos atrás.

Subiremos de nuevo, ahora atravesando otra pinar umbrío donde las aromáticas han casi desaparecido dejando en su lugar a otros arbustos de más porte. Saldremos, arriba, en el camino cumbrero de Clariana, ante las masías de Cal Jepet y Can Serrats, donde podremos conocer más de cerca el rebaño de ovejas de Can Serrats. Los bonitos robles entre los dos caseríos nos dan una pista de cuál podía ser el bosque antes de que los pinos se esparcieran.

Volvemos por el camino cumbrero dirección Argençola, disfrutando de nuevo de las vistas ahora en dirección a Santa Coloma de Queralt (poniente), en la próxima comarca vecina de la Conca de Barberà. Pasaremos por el lado de una colina, encima de Cal Macari, donde se han encontrado unas sepulturas de losas y, después, por el lado de Can Sebastià, que conserva un horno, hoy tapiado, integrado en la masía de 1916. Desde aquí hasta la cumbre podemos ver algún rapaz típico de estos ambientes abiertos como el cernícalo o el ratonero, parados en postes o hilos, o bien revoloteando recorriendo los campos buscando alimento. Pasando por el lado de las últimas casas antes de llegar al coche, os podéis fijar en los nidos de golondrina cola blanca que hay debajo de la cornisa de una de ellas.

Colaboración: Joan Solà. Associació el Trill