Paseando hasta la Arcada

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El fondo del arroyo de Oleseta

Empezamos esta excursión al final de la calle del Raval, donde podemos dejar el coche. Aquí ya veremos los pozos de agua de los huertos que aprovechan el freático del arroyo de Oleseta, por donde a continuación subiremos, que formando parte del patrimonio inmueble del pueblo.

Siguiendo siempre la pista principal, cruzaremos los llanos agrícolas de las Pereres, donde dominan las viñas, olivos y algún almendro. Al abandonar este sector de campos, nos adentramos en el valle y nos encontramos el horno de cal d’en Ràfol, muy bien conservado.

Subiendo la pista, cruzamos el arroyo de Oleseta para pasar a su lado izquierdo (mirando aguas abajo). Pasamos entre pinos y carrascas allí donde el suelo es más delgado. En los rincones húmedos y frescos, encinas y robles se hacen presentes. También, de vez en cuando, encontramos el palmito, la auténtica palmera del mediterráneo (está protegida por la ley). Márgenes de piedra seca nos recuerdan que hace años las viñas que habremos visto al principio llegaban hasta aquí.

Caminar cerca el cauce de un torrente hace más fácil detectar la actividad de la fauna. Los animales se concentran para alimentarse y beber agua. Si nos fijamos, iremos encontrando rastros de fauna, como pequeñas balsas de barro, donde el jabalí se baña, excrementos de mustélidos, como la garduña o la desplumadura de caza de algún pájaro forestal.

También cerca del cauce encontramos un pozo de agua, como los de la calle del Raval, pero ahora en medio del fondo del valle rodeado de bosque. Hace evidente que años atrás había más actividad de la que hay ahora. Viñas y corrales, que hoy han desaparecido dando paso al bosque que vemos. Si miráis el bosque de las laderas que os acompañan, veréis que no todo son árboles. Hay claros con arbustos y otros con mucha roca. Esto es característico de un macizo cárstico.

En esta zona proliferan las simas, cuevas y otras formas de erosión propias del relieve cárstico. Pasada una roca con una gran hiedra encima, tendremos que tomar un desvío a la izquierda hacia un torrente secundario. Cerca de este torrente encontramos una de las simas más bonitos de la zona: la de los Topógrafos. Sin darnos cuenta y después de un pequeño tramo de sendero empedrado llegaremos al bonito rincón del puente de la Arcada.

Ahora ya, después de disfrutar del entorno con el máximo respeto, sólo nos queda deshacer el camino que hemos hecho hasta el pueblo de Olesa.