Introducción
He aquí una serie de cipreses plantados en hilera a lo largo del camino. Puede parecernos algo muy normal e, incluso, pasar desapercibida; o podemos llegar a pensar que el hecho de que estén plantados así responda simplemente a la circunstancia de falta de terreno para hacerlo entre el camino y los campos del cultivo o al antojo del propietario de turno, ya hace muchos años.
La verdad, sin embargo, es que a menudo, tras la tarea ardua que supone plantar tantos cipreses en hilera, hay un ingenio muy práctico: la protección de los cultivos frente a los embates del viento, principalmente de la tramontana.
El ciprés es un árbol resistente y espeso que soporta y ejerce como una verdadera pantalla de los vientos más enfuriados. Y no es extraño que, caminando por el largo y ancho del Ampurdán, aunque con más persistencia hacia el norte, encontramos estas hileras entre campos y al pie de los caminos.