Caminos a L’Arbocet

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Al acecho

Empezamos la ruta saliendo de Vilanova d'Escornalbou por la avenida principal que enlaza con la carretera que pasa por L’Arbocet y pasamos por delante de la casa modernista de Cosme Toda y del edificio de la cooperativa, Centro de Interpretación del Aceite y acogida al visitante. Después bajamos al barranco de la Font para ir a buscar el camino señalizado a Riudecanyes, entre granjas y almendros. Enseguida una pista asfaltada nos lleva dirección a L’Arbocet primero entre campos de olivos, avellanos, algarrobos y almendros, los cultivos de secano de la zona, y más adelante los regadíos de frutales, nada habituales en la zona, pero que una empresa holandesa ha llevado hasta aquí.

Durante todo este tramo, tenemos ante nosotros el mar Mediterráneo y en la derecha la sierra de Llaveria, la Mola de Colldejou, la sierra de la Argentera y el castillo de Escornalbou, un paisaje muy distintivo desde muchos lugares de esta zona. Seguiremos durante un buen rato la pista asfaltada hasta llegar a unos pinos blancos muy grandes y nos meteremos a la derecha por un camino que sigue el curso de un arroyo dejando a la izquierda unos viveros. Saliendo del sendero llegamos a la finca del holandés, Van der Staag, propietario de la casa de la Palomera, del siglo XVIII e incluida en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Catalunya.

Un trozo más de camino asfaltado nos lleva por delante del impresionante Mas de la Palomera hasta volver a cruzar el barranco del Magí y hasta entrar en el pueblo de L’Arbocet donde enseguida vemos la iglesia de Sant Joan Baptista. Avanzando por el pueblo, pasamos las dos torres de vigilancia, la torrecilla y la torre del Gravat, vestigios de tiempos de bandoleros y disputas entre pueblos.

Cruzamos la carretera para empezar la vuelta hacia Vilanova d’Escornalbou por una pista sin asfaltar que se va transformando en sendero. Por el camino seguimos con el paisaje de secano en el que podemos encontrar olivos y, más allá, encinas y pinos blancos.

Seguimos paralelos a la carretera y pasamos por el Mas Munter, con otra torre de vigilancia, recordándonos una vez más las pasadas necesidades defensivas del territorio.

Finalmente vamos volviendo a Vilanova entre campos de cultivo, con el Areny de Mont-roig, de espectaculares areniscas rojas, muy cerca.