Sant Nazari y la Grevolosa

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La madurez del bosque

Es conveniente acordarse de descargar la ruta Off-line. Una vez encontramos el panel del bosque de la Grevolosa aún podemos hacer 500 m por la pista hormigonada hasta llegar a los aparcamientos habilitados.

Todo el camino hasta el hayal es de subida, lo haremos tranquilamente. Subiremos por un bonito sendero, entre bojes y avellanos, junto al torrente de la Grevolosa. Vamos encontrando caducifolios de bonitos tonos de otoño como los arces o los grandes y viejos robles, hoy fuente de alimento para hongos e insectos, a la vez comidos por los pájaros carpinteros. Encontraremos paneles divulgativos sobre la construcción de las carboneras y la fauna del lugar. Sin darnos cuenta llegamos a la ermita restaurada de Sant Nazari (dedicada a San Nazario). En el claro de su parte trasera, presidida por dos grandes robles, unas tablas nos invitan a hacer el primer descanso.

El segundo tramo, también de subida, por un sendero con escalones de madera y otros naturales de piedra y raíces, se va enriqueciendo en hayas hasta encontrar el hayal de la Grevolosa. Es un rincón encantador, de hadas y brujas, de grandes árboles y mucha hojarasca por tierra. En otoño los colores de los árboles son un gran valor añadido, como el de los posibles ruiseñores que podamos encontrar a lo largo del camino. Es un bosque maduro y bien gestionado: así lo pone de manifiesto la presencia de árboles viejos y muertos que encontramos. El sotobosque está dominado por el boj y su verde persistente contrasta con la variación estacional de las hojas de la haya.

De aquí arriba sale un camino que nos lleva al collado de Bracons, remontando el hayedo. Nosotros seguiremos la pista, ahora siempre hacia abajo hasta llegar al punto de salida. Iremos notando, según bajamos por la cumbrera de la sierra de la Punxa, cómo el ambiente se vuelve más seco y soleado, y cómo esto conlleva otro cambio importante en la vegetación que nos acompaña, entrando en juego las encinas.

Una vez abajo, junto al río Fornès, el camino nos conduce por los prados húmedos de pasto de vacas, donde también se establece el hombre en masías dispersas como la del prado de la Vola o el Güell.